A
orillas del océano, niños y jóvenes se sumergen por última vez en las olas de
Punta Hermosa, una última puesta de sol y la brisa marina, los despide.
Cientos de bañistas
están a punto de ponerle fin a sus días de verano bajo el sol inclemente de Punta
Hermosa y regresar a clases. Cambiarán las ropas de baño, corchos y tablas por uniformes,
lapiceros y cuadernos; las mañanas de correr olas en la playa por clases en las
aulas; y las tardes de juego por las tardes de tarea.
Hace años atrás las
playas de Punta Hermosa se veían adornados de jóvenes y niños ansiosos de gozar
sus vacaciones por largos meses, ponían punto a los cuadernos desde el mes de
diciembre hasta el regreso el 1º abril, muchos de nosotros llegábamos en
diciembre y no volvíamos a pisar Lima hasta el inicio de clases.
Hoy la historia es
distinta, los meses de sol, playa y amigos se han recortado, aun la arena
blanca cubre los pies, pero las costumbres han variado, el distrito donde antes
llevábamos agua potable de Lima en damajuanas, las fotos con los amigos eran
reveladas semanas después, y la cacería de lagartijas en patota ha cambiado por el carnaval de colores,
personas y sonidos que captan todo de manera instantánea.
Pero la campana
vuelve a sonar, el mar se despeja, las huellas en la arena desaparecen y los
locales buscan sus materiales para iniciar las clases, mientras que los
veraneantes hacen un desfile de tablas, inflables y carros listos para partir,
muchas de las casas que dieron vida a música, alegría y risas, son cerradas
hasta la próxima temporada de verano. Punta hermosa, sigue brillando por el sol
que la acompañará por un largo periodo más, esperando el regreso de los
aventureros veraneantes.
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