Recuerdo con nostalgia aquellos episodios, cuando era un niño curioso e inocente que jugaba con mis amigos, que no tenía preocupaciones y que sentía felicidad con las pequeñas cosas.
Hoy soy un hombre pasado los cincuenta que al relatarles la siguiente historia que con tanto cariño guardo, no puede evitar querer volver el tiempo atrás. Sin embargo, para mi consuelo, al recapitular esta memoria siento que vuelvo a vivirla.
El día anterior muchos de nosotros no pudimos dormir por lo emocionados y ansiosos que estábamos.
El momento esperado llegó y nadie estaba dispuesto a perderse la caminata hacia “La casa de las brujas en Punta Hermosa” y quien se perdiera de esta expedición no tendría para hablar toda la semana del lugar más enigmático de Punta Hermosa de aquellos tiempos que todo niño del lugar anhelaba recorrer.
Nos encaminamos hacia nuestro objetivo inicial, llegar al huayco. Ahí bajábamos y era parada obligatoria el pozo de los deseos, con la diferencia que en vez de aventar monedas, tirábamos piedras que demoraban un sinfín en llegar al fondo.
Llegando no sabíamos si dicho lugar misterioso o el miedo nos hacía alucinar imágenes entre las paredes. Al cabo de unas horas cansados de tantas emociones encontradas regresábamos a casa con la satisfacción de haber culminado nuestra ansiada expedición.
Hoy en día aquella casa, guarda mis mejores momentos de niñez y aventura. Ahora todo es construcción, todo es recuerdo, que significó la época dorada en la que fuimos eternos y que perdurará en la mente de todo Puntahermosino.
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